La incógnita de no saber si aquel poder que poseen las
palabras, de liberarnos o amordazarnos, pertenecen a ellas tan solo por serlo,
o bien, si las personas son quienes se lo otorgan.
Es ese proceso inconstante y en ocasiones extenuante, en
donde a través de un par de palabras
bien conjugadas se busca liberar aquello que aqueja. El vehículo que
representan y la capacidad que otorgan para poder ordenar ideas y plasmar
sentimientos, más complejo aun, lograr expresar emociones.
Palabras purgadas, exteriorizadas… acompañan inevitablemente
a momentos esa sensación de liberación, de cortar apegos y desprender mordazas.
Tú, yo, nosotros… palabras dichas a medias, el silencio característico que
muchas veces dice más que el mismo discurso…
Sigo intentando encontrar el modo de desarrollar la
habilidad de poder verbalizar el sin fin emociones, recuerdos, ausencias y
constantes fantasmas que vagan en mi cabeza, a veces me resulta… a veces, por
eso continuo intentándolo...
¿Cómo se llega a ese estado en donde te sientes liviano, sin
cadenas, sin apegos, sin mordazas? Algún día la devastación cesará, el
exterminio de sensaciones se congelará y las emociones podrán fluir
intensamente... algún día... espero.