Yo te encuentro en cada madrugada, en los destellos espontáneos
de memorias furtivas que desatan ese sabor agridulce de lo que un día fue tu compañía.
Estás y no estás, dualidad gestada en la ambivalencia de tu
ausencia. Ahí donde mis sueños mueren y el miedo se enciende, espero impávida por
alguna señal que diga donde hallarte.
Me rebaso el hastió al hacerme consciente que nunca mas serás
tangible, la pérdida de toda huella agónica de tu cercanía, la costumbre que se
apresto a llegar y tomo su lugar. La pausa que se quebró y trajo consigo la reacción
dolorosa, casi espontánea de la realidad.
Nos volveremos a encontrar en algún lugar donde se conjugue el
destino, donde los físico no existe, allí donde recorres nuevos caminos me
esperaras, aún sin saber cuál es el limite de tiempo. Me reconocerás a pesar de los
estragos que puedan causar mis años o de los cambios que muden a mi alma. Allá donde
la nada habita reconocerás mis extinguidos colores.