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Explosión
.
Nunca como ser humano a pesar de todas las infinitas probabilidades
del universo se está listo para enfrentar los cambios, sobre todo cuando son
abruptos y devastadores. Mi mundo como lo conocía estallo, se destruyó, me destruyo.
Sensaciones y emociones que afloran expandiéndose a través de mí, no me sentía de
ese modo desde que ella murió y a pesar que nadie murió algo dentro de mí lo
hizo.
Dicen que los cambios son buenos independiente de la forma
en que provengan, pero hoy me cuesta verlo de ese modo, me dificulta pensar y
creer que después del caos la vida se tornara amigable y llevadera.
Son esos estados en donde te sientes aturdido y
desconcertado, te das cuenta como pequeñas y grandes acciones de otros
interfieren en tu ser. No quiero que me digan que soy fuerte, tan solo porque
está vez no me siento de ese modo, no quiero ser el pilar de nadie ni que
dependan de mí, solo por esta deseo que alguien sea lo suficiente capaz de
contenerme… aunque ese alguien no exista.
Preguntas y más preguntas dan vueltas sin parar en mi
cabeza, confusión extrema que me deja sin fuerzas. No soy quien para juzgar,
pero no se perdonar…
¿Cómo alguien puede reconstruirse después de algo así? ¿Cómo
vuelves a restaurar los lazos de confianza, si es que en realidad se puede
hacer? ¿Cómo se puede creer nuevamente en los otros?... No tengo respuestas
para ninguna de las interrogantes.
Entre tanto pensar...
.
Vagar errante por lugares buscando desarmar aquella
sensación, triturar los miedos y la causa perfecta de esa, tu excusa, buscando
hallar la respuesta y es que a veces no existen tales respuestas, solo excusas
continuas de una ajetreada, impávida y mutilante realidad.
Añorar aquello que no podemos poseer y nos rodeamos de
ausencias que carcomen el alma a la cual encerramos en muros donde nadie que
tenga armas suficientes pueda dañarla, y es que aunque pocas, yo poseo mis
armas…
Pretender sostener nuestra esencia y convicciones sin que
sean aturdidas por otros, juzgar desde el comienzo lo que no conocemos y
creemos que de ese modo irrumpimos en el anhelo de alguien, pero es una mentira
puesto que, nadie es imprescindible en la vida de otro porque todo es relativo;
el aquí y el ahora, aun así nos apegamos insanamente a materias terrestres que
asfixian y anulan, nos incomoda el cuerpo y todo lo que contiene. Nos quebranta
la sensación de inseguridad que posee todo aquello nos rodea.
Esforzarse en forjar y encontrar algo nuevo que refresque y
en lugar de eso volvemos a estrellarnos con esta repodrida realidad.