Recorro las memorias de lo que alguna vez fue nuestra
historia estrellándome así en las constantes interrogantes.
De la escasa cordura que sobrevive en mí, divago en la fantasía de todo aquello que pudimos ser.
Ahogue muchas veces al instinto de supervivencia para prolongar lo que nunca tuvo pies ni cabeza.
Poco a poco se desvanece la urgencia del roce, de extrañar y necesitar lo que alguna vez me dabas, aunque la nada muchas veces bastaba.
Te increpe con sinceridad a la cara...
Nunca fui suficiente, quería al menos creer que podía serte indispensable y a veces, tan solo en instantes, me pregunto si aún piensas
en mí.
Hoy en un intento por cerrar el libro logro en algunas palabras plasmar lo que un día fue nuestro.
Esta vez no habrá más juegos ni venganzas espirituales...
Y es que al fracaso lo disfrazo con algún otro capricho momentáneo.
Te asusta, te aterra salir de tus esquemas y en tu afán de ganar te encierras en tus razones, pero aquí no existen ganadores o verdad que se imponga sobre otra…
Cerramos el capítulo,
Tú te quedas en tu realidad
y yo en mi irrealidad constante.
Publicar un comentario